Este proyecto surge en los tiempos suspendidos de la espera; en los pasillos mudos y las horas donde el bullicio de la institución cede ante el silencio. Durante dos internaciones familiares, la cámara se convirtió en mi forma de transitar la incertidumbre.No busco documentar la urgencia ni denunciar la carencia, sino rescatar la memoria de un espacio que nos contiene a todos. En este hospital centenario, la ausencia de personas revela, paradójicamente, el rastro más humano: testigos silenciosos de quienes pasaron por allí. Entre la decadencia de los muros y la luz que se cuela por los rincones, aparecen la resiliencia y la gratitud. Estas imágenes son fragmentos de una historia de supervivencia colectiva; recortes de un territorio donde la nostalgia convive con la esperanza, y donde el respeto por el oficio de quienes allí trabajan se manifiesta en el silencio de sus formas.